martes, 21 de diciembre de 2010

Mi alma con el cielo



De niño siempre miraba esa guitarra colgada en la pared, la cual no podía tocar porque no era mía y me repetían hasta el cansancio que podía dañarla, con la travesura de mis años la tocaba a escondidas pero siempre me la arrancaban de mis manos, no había cosa que me doliera más que me alejaran de los acordes que sabía que eran míos, pero que nadie comprendía, porque nadie era capaz de distinguir que la música era mi conexión con Dios, que la llevaba en la sangre de mi bisabuela andaluza y que no había palabra que me consolara ante semejante negación.

Con el paso de los años, ya en el colegio, soporté en varias ocasiones el mismo actuar, llevado por el exceso de celo de mis colegas al ver a semejante chiquillo tomando un instrumento de manera tan burda e inexperta, que solo generaba sus burlas. Fue ahí donde me prometí a mi mismo que haría todo lo que estuviera a mi alcance para convertirme en el mejor a la guitarra, porque no había otro fin en mi interior que domar tan magno, noble y su vez salvaje espécimen.

Al tiempo la vida puso en mis manos una vieja guitarra, que no hacia otra cosa que darme dolores de cabeza por llegar a su fruto, pero como soy obstinado, logré que comenzáramos a hacernos amigos, si me fluían las manos por sus cuerdas con caricias de dolor gitano, que durante mucho tiempo no logré dimensionar el peso de la raíz ancestral que tenía dentro de mi.

Tuve varios maestros y no hubo ninguno que dijera otra cosa distinta a que no era para esto, pero mi lucha acérrima se intensificaba ante tan brutal aceberación, porque la sangre no se equivoca y mi madre tampoco podía estar tan lejos.

Quise ser el mejor y lo conseguí. Lo digo con orgullo, porque fueron mis noches sin dormir, mis manos adoloridas, mis uñas rotas y mis pestañas cansadas las que lo lograron, porque no hay nadie que se pasee por su mástil como yo, no existe ser que genere acordes de dulzura y dolor ante la bajañí como lo hago yo; y no hay persona en este mundo que le hable con más amor a Dios al toque de las cuerdas. Dicen que los partos son con dolor y solo Dios sabe cuanto sufrimiento me ha causado mi amiga, pero que al final fue necesario para convertirme en Maestro, como me llaman mis alumnos, porque no hay nada más hermoso que enseñar, más aun cuando se enseña a conectarse con lo divino.

En cada episodio de mi vida ella ha estado conmigo, al cante y al toque, al compás y al sosiego, a la dicha y al dolor, a la risa y al llanto, porque no hay instante más divino que regalarle al cielo el sonido del tiempo, del sentir nauseabundo reflejado en un sonido lastimero que me legó mi bisabuela Sabina, porque cuando solamente la luna me acompaña, su sonido rebota en mi alma y se proyecta al cielo; y se que alguien allá arriba lo disfruta o corrige mi tañir, como lo hacía mi madre, que estoy seguro que desde allá arriba lo sigue haciendo.

Gracias guitarra mía, que nunca me has abandonado, que me guiaste con dolor, que me mostraste la forma más bella de llegar al alma de los hombres, que estoy seguro que con el paso del tiempo, ya con mis manos temblorosas y a pasos del final, seguirás enlazando en potestad...mi alma con el cielo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Homenaje



Que se paren todos lo relojes
que detengan las campanas su tintinear vibrante
que el sol se apague en una ofrenda
desde la montaña al mar.

Que los ríos dejen de correr cristalinos con su marcha eterna
que las flores dejen mirar con aromas de ternura
que la hierba se fragüe en caprichos de dolor
cobijando los suspiros de la partida rotunda.

Que los cañones no paren de retumbar
y las palomas se coloquen cintas negras al cuello
que los caballos galopen fragantes al son de la marcha final
mostrando sus respetos al instante sublime.

Que suene mi guitarra profunda su cantar lastimero
entregando un homenaje a tan frondosa existencia
que entre acordes de marcha y resignación
rinda tributo a una consagración divina.

Que me apaguen el sol y se lleven todas las estrellas
que la luna se lleve su compañía perfecta
dejando el cielo silencioso y obscuro
en virtud una llegada plagada de amor.

Que rindan honores los semáforos
desplegando sus luces al son de los tambores
que las calles de llenen de flores volantes
en respeto a la consagración de un alma.

Que las carrozas se fundan en una marcha perfecta
caminando a paso lento hacia el nicho final
que mis pies y mi pecho se llenen de orgullo
ante tan magno homenaje terrenal.

Que los guardias se coloquen sus guantes blancos
y que las damas agiten sus quitasoles al viento
que los niños calmen sus juegos inocentes
y los perros callejeros se agachen en reverencia a su paso.

Que no haya corazón ni alma que se mantenga ajeno al pasar
del final una vida entregada al sacrificio
en virtud de los sueños de su hijos
que brindan tributo ante la partida celestial.

Que la vida presente sus respetos
y que el mundo deje de girar
porque ella se ha ido, porque ella ya no está
y solo el cielo sabe que ella se merece una entrada triunfal.

sábado, 30 de octubre de 2010

Unas manos para mi padre



Papá,

Siempre te he llamado igual y siempre te he sentido muy hondo dentro de mi, como si la sangre tuya que llevo dentro me golpeara a cada instante las neuronas trayendo tu imagen a mi mente. Si supieras cuan sabias han sido tus palabras en los trazos de tiempo que la vida nos juntó, como si las marcas del recuerdo golpetearan mi conciencia y la perspectiva de los años me abofeteara mi historia de juez y de cruces.

Las sorpresas del destino y los recovecos que busca el amor para salir a flote hicieron que nos juntáramos nuevamente. Estoy gratamente sorprendido por verte en frente mío cada vez que me miro al espejo, cada vez río, que lloro y cada vez que miro mis manos; manos que me construyeron una vida, porque mi vida me la hice yo, con dolor y esperanza, con emociones y desventuras, pero además con amor, que fue el pan de mi alma y que me permite cosechar lo que ahora tengo: un huerto de ternura y solidaridad, un huerto hecho del rigor, pero hecho con mis manos, las mismas que cada día acarician, abrazan y se estrechan con mi familia, que hace un tiempo creció por obra y arte de Dios.

Mis manos son mi futuro, mi destreza y mi cordura, porque por mucho que mis neuronas dicten sentencia, son mis manos las que la ejecutan y ellas solo saben de paz, porque la paz es lo que aprendí, porque la paz hace a los hombres más grandes y más fecundos, con ese fulgor que solo da la sabiduría de los años, esos mismos que tienes en doble cantidad que yo. Mis manos sostienen mi pasado y cobijan mi futuro, ellas soportan el dolor de mi familia y siembran amor del bueno, del que solo se da el alma, para que la cosecha sea grata y la vejez sea un manjar de armonía.

Papá, mis manos ya son las tuyas, son un regalo del cielo para ti, para que las uses con buen fin, te advierto que viene llenas de huellas de tus hijos, de tus nietos y bisnietos, que no saben borrones, que se estrechan fuerte con las otras, que no apuntan a nadie, que también se juntan de rodillas para rezar y también para pedir perdón, que construyen futuro y que acarician al desvalido cuando la premura de las decisiones lo hacen caer en desgracia. Ellas están plagadas del olor a flores que tienen tus nietos, del aroma de mujeres de lucha y trabajo duro, de hombres fuertes y de amor que son tus hijos; están llenas del olor que desprende una cena en armonía familiar, llenas del aroma a café que le encanta a uno de tus hijos, pero por sobre todo llenas de lo que dejaste en esta vida, tu familia.

Estoy seguro que les darás un buen uso, que seguirán estrechando humanos y abrazando niños inquietos, que seguirán juntándose para pedir por todos nosotros, se que no me defraudarás y las colmarás de perdones y de teclas de teléfono, que se llenarán de la sabiduría de los años, de la vida recorrida con inteligencia, respeto y humildad, como solo tu sabes hacerlo, porque las palabras salen solo de las bocas, pero las manos son la verdad, son los hechos, los que ningún ser vivo puede refutar.

Papá, mis manos son tuyas...

jueves, 10 de junio de 2010

Mi Querido niño Bebé


Eras cachorro simple bebé
tan albo como las nubes
por eso así te llamé
del alma esa inspiración tuve.

Cuando el brillo de la juventud
tenía mi alma al filo
y rebozaba en gran plenitud
tu estabas siempre conmigo.

De mi mano aprendiste el mundo
y me mis pies forzaste al destino
los días se hacían uno
azotando gigantes caminos.

La fuerza mostraba tu andar
y nadie negaba tu estampa
mostrando ternura y valor
jamás vi en ti algún dolor.

Y quise descubrir mundos
que la vida me prestaba
y por caminos nauseabundos
seguías todas las miradas.

Vivías tus días pegado
a mi vida y en largos paseos
que altura tenía a mi lado
que llenos estaban mis deseos.

Fuiste el mejor en la cancha
el valor siempre fue tu corona
no hubo en tu vida una mancha
que apocara tu simple persona.

Después obscura se puso mi vida
y tu amor y cobijo saltaban
como saltan las chispas del fuego
como amor por mi profesabas.

Nunca dejaste de salpicar
enormes gotas de fuerza
que tanto me hacían brillar
y me iban abriendo las puertas.

Te di entero mi corazón
y tu tomase mis manos
llenado mi alma de amor
haciendo mis caminos llanos.

Siempre cuidaste de mi
y aún lo sigues haciendo
si parece que ayer te vi
por esos campos corriendo.

Gracias por los días
las horas y los segundos
que colmaste entera mi vida
con todo el amor del mundo.

Ahora tus pasos son lentos
plagados de recuerdos fugaces
recuerdos de aquellos momentos
como la misma vida se hace.

Los años no pasan en vano
y no es esta la excepción
ahora yo tomo tu mano
y aun tienes mi corazón.

Tus pasos no son los mismos
tu cuerpo denota los años
haciendo tu vista un abismo
caminas lento y pesado.

Jesus Santo te llevará luego
y mi sangre se agita al sentir
que el tiempo se hace un pañuelo
de lágrimas de puro vivir.

Y la vida me tiene un regalo
que nunca jamás imaginé
eternamente a mi lado
estarás siempre en mi alma...

...mi querido niño Bebé.