viernes, 3 de diciembre de 2010

Homenaje



Que se paren todos lo relojes
que detengan las campanas su tintinear vibrante
que el sol se apague en una ofrenda
desde la montaña al mar.

Que los ríos dejen de correr cristalinos con su marcha eterna
que las flores dejen mirar con aromas de ternura
que la hierba se fragüe en caprichos de dolor
cobijando los suspiros de la partida rotunda.

Que los cañones no paren de retumbar
y las palomas se coloquen cintas negras al cuello
que los caballos galopen fragantes al son de la marcha final
mostrando sus respetos al instante sublime.

Que suene mi guitarra profunda su cantar lastimero
entregando un homenaje a tan frondosa existencia
que entre acordes de marcha y resignación
rinda tributo a una consagración divina.

Que me apaguen el sol y se lleven todas las estrellas
que la luna se lleve su compañía perfecta
dejando el cielo silencioso y obscuro
en virtud una llegada plagada de amor.

Que rindan honores los semáforos
desplegando sus luces al son de los tambores
que las calles de llenen de flores volantes
en respeto a la consagración de un alma.

Que las carrozas se fundan en una marcha perfecta
caminando a paso lento hacia el nicho final
que mis pies y mi pecho se llenen de orgullo
ante tan magno homenaje terrenal.

Que los guardias se coloquen sus guantes blancos
y que las damas agiten sus quitasoles al viento
que los niños calmen sus juegos inocentes
y los perros callejeros se agachen en reverencia a su paso.

Que no haya corazón ni alma que se mantenga ajeno al pasar
del final una vida entregada al sacrificio
en virtud de los sueños de su hijos
que brindan tributo ante la partida celestial.

Que la vida presente sus respetos
y que el mundo deje de girar
porque ella se ha ido, porque ella ya no está
y solo el cielo sabe que ella se merece una entrada triunfal.

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