viernes, 24 de octubre de 2008

A diez centímetros




A sólo diez centímetros de mi boca estaba la tuya, tan sonriente y feliz que brillaba en la obscuridad de la habitación, como también brillaban tus ojos mientras se movían de un lado a otro con una enorme alegría, como si quisieran memorizar mi cuerpo desnudo y movedizo.

No había distancia entre tu cuerpo sobre el mío, era como el encuentro de dos almas separadas siglos atrás, como si el sudor fuera el despojo y los rastros de ausencia se tranformaran en vibraciones nerviosas que generaban sólo risas de placer.

Fui parte de ti y fuiste parte de mi ser, fuimos un solo engranaje, perfectos, complementados, como una enorme concentración de energía que sólo esperaba sigilosa su momento para estallar en amor. El cielo se cerró y el paraiso estaba en ese lugar, porque Dios existe y lo veo cada vez que estoy contigo.

Con solo mirar tu boca sonriendo a diez centímetros sobre mi ya tengo una certeza; y más cierto no podía ser, porque no existe nada más maravilloso que el reencuentro de dos almas perdidas, que se sufrieron de ausencia, que se extrañaron de dolor, pero que esta vez el paraiso las unió aca en la tierra, para ser esa compenetración perfecta....

....a diez centímetros de tu boca.

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